DE TODO A NADA

Este inmenso dolor que me invade parece que tenga que ser eterno, una herida incurable y un desangre lento y doloroso. Hacía mucho que no sentía algo así, tan profundo, tan hiriente, tan del alma.

Una opresión en el pecho me impide respirar con normalidad, el corazón (o lo que queda de él) me late a destiempo, a veces mucho y otras nada, como muriendo de una sobredosis de engaños.

La carne, carne es. Come hasta que te empaches, que yo beberé realidad a borbotones, una realidad que, aunque dañina, espero que me sirva para sumar karma. Me merezco algo bueno y real, algo sincero y leal.

Sólo hay dos cosas infinitas: El universo y la estupidez humana y no, no soy una galaxia… pero sí infinita. Qué lástima.

En mi piel no hay rencor ni odio: Hay dolor, duda, un poco de asco y pena, mucha pena… por mí, por ti, por ellas y por las que vendrán; Y sí, me pongo la primera porque algún día tenía que priorizarme, aunque sólo sea en la pena. Más vale tarde que nunca.

La comida no pasa por mi garganta, el sueño no me acompaña y la botella es mi mejor aliada estos días, antigua compañera de batallas que me ayudaba a evadirme, a alejarme del fuego que quemaba mis ganas de respirar el cianuro que cargaba el ambiente.

Y resurgiré, espero, como lo he hecho siempre… aunque nunca muy convencida de poder lograrlo. Pero cuando estás tan abajo, sólo te queda subir.

Y utilizaré tus excusas para no ahogarme en mis lágrimas.

Tu fallaste, yo me equivoqué, y puedo entender tus argumentos y pedirte perdón por ello, pero eso no te daba carta blanca, no daba validez a todo sin medida.
No me lo merecía, nunca me lo merecí.
Y aun así pido perdón, a ti por mis actitudes, y a mí misma por no valorarme.

Deja un comentario